viernes, 21 de mayo de 2010

Sábado, el verdadero día de reposo

Si aceptamos por fe que Dios creó este mundo, ¿por qué rechazar entonces lo que El nos ha revelado acerca del tiempo que utilizó para crearlo? Alguien podría objetar que la noción de un Dios que crea y descansa dentro de los límites de una semana literal va en contra de su naturaleza eterna y omnipotente. Es evidente que el Dios Todopoderoso no necesita ni días literales ni eras geológicas para crear nuestro mundo: su deseo basta para traerlo a la existencia (Sal. 33:6). Pero el hecho de que en su revelación Dios nos diga que prefirió usar un esquema temporal a escala humana en vez de uno a escala divina para crear nuestro mundo, ¿no pone de relieve otro atributo igualmente importante de su naturaleza divina, a saber, el amor? La intención divina al situar la creación en el marco limitado del tiempo humano, ¿no sería la de dar al hombre un ejemplo del equilibrio semanal ideal entre trabajo y descanso? ¿No sería ya un indicio de su divina voluntad de entrar incluso en los límites de la naturaleza humana para llegar a ser "Emanuel", "Dios con nosotros"?
Concluimos que el poner en duda el origen divino del sábado a fin de armonizar la semana de la creación con ciertas teorías evolucionistas lleva consigo el rechazo no sólo del mensaje de Génesis 1:1 2:3, sino también del cuarto mandamiento, que habla de seis días literales de creación y un día literal de descanso santificado por Dios cuando acabó de crear el mundo (Ex. 20:11).