Un buen modo de empezar a celebrar la plenitud y perfección de la creación divina es descansando el sábado como si toda nuestra obra hubiese sido hecha. Esta sugerencia puede parecer poco realista siendo que tan a menudo llegamos al final de la semana con la frustración de habernos quedado trabajo pendiente. ¿No nos pasa muchas veces que a pesar de los esfuerzos, los seis días no han bastado para hacer lo que queríamos? ¿Cómo pues podemos celebrar el gozo del sábado descansando como si no tuviésemos nada más que hacer? La respuesta nos la da precisamente el objetivo del sábado, que consiste en darle un sentido de "plenitud" a nuestra vida incompleta. Un comentario rabínico sobre Exodo 20:9 ("Seis días trabajarás y harás toda tu obra"), alude concretamente a esta función del sábado: "¿Puede algún hombre hacer toda su obra en seis días? Nuestro trabajo ¿no queda siempre incompleto? Lo que esta frase quiere decirnos es: Descansa en el sábado como si toda tu obra estuviese terminada. En otras palabras: Deja incluso de pensar en el trabajo."17
Es cierto que a menudo el sábado parece llegar antes de lo previsto, haciéndonos sentir chasqueados por no haber terminado nuestras tareas. ¿No es ése un poderoso modo de recordarnos nuestras limitaciones e incapacidades humanas? Sin embargo, el sábado, al liberarnos de nuestras ocupaciones cotidianas, da sentido de plenitud a los seis días de trabajo y a la vida misma. Unas semanas el resultado de nuestro trabajo parece mayor que otras; pero cada sábado, hayamos logrado hacer mucho o poco, Dios nos invita a celebrar las realizaciones que su creación y redención han conseguido en nuestro favor, haciéndonos entrar en su descanso. Dios nos invita a interrumpir nuestra rutina diaria y descansar como si todo nuestro trabajo hubiese terminado, para que podamos entrar en el gozo de la plenitud de su creación y redención (Gn. 2:2; Jn. 19:30). El cuarto mandamiento nos recuerda que si Dios nos puso por modelo su labor creadora en seis días y su reposo en el séptimo es porque los seres humanos necesitamos participar de la misma experiencia (Ex. 20:8‑11).
Es imposible que en el sábado alabemos a Dios por sus maravillosas obras si nos sentimos personalmente frustrados y abrumados por nuestro trabajo pendiente. Por eso, por medio del sábado Dios nos insta a mirar nuestras tareas a la luz de sus realizaciones, diciéndonos: "hayas obtenido mucho o poco con tus arduos esfuerzos, descansa en el sábado como si hubieses completado toda tu obra, porque mi gracia te basta." El sentido de plenitud que la celebración del sábado aporta a nuestra vida da dirección y sentido a aquello que de otro modo sería absurdo y sin sentido en nuestra desorientada existencia. Los seres humanos no podemos seguir nuestra vida como una carrera inacabable sin paradas de ninguna clase. Así como el estudiante necesita exámenes y pausas e intervalos regulares para auto‑evaluarse, también el cristiano necesita semanalmente que el sábado venga a traerle alegría, dirección y significado para su renovada existencia.